La historia de Villa El Salvador es un ejemplo emblemático de cómo la
organización popular y la voluntad colectiva pueden transformar la adversidad
en oportunidad. Surgido en 1971 como un asentamiento humano improvisado, este
pueblo joven fue reubicado en los arenales del sur limeño con el respaldo del
gobierno de Velasco Alvarado. Desde sus inicios, sus pobladores asumieron con
determinación el reto de construir no solo un lugar donde vivir, sino una
comunidad planificada y solidaria.
Lo que distingue a Villa El Salvador del resto de distritos de Lima no es solo su origen, sino la visión con la que fue diseñado. El trazado urbano y la distribución de espacios para servicios esenciales evidencian una planificación inédita para la época, basada en la participación ciudadana. Las viviendas agrupadas, los centros educativos y de salud, las zonas de recreación y producción, muestran un modelo de desarrollo que priorizó el bienestar colectivo por encima de intereses particulares.
Con el paso del tiempo, esta comunidad logró consolidarse como distrito en 1983, gracias a la gestión activa de sus líderes. Lo más admirable es que su evolución no se detuvo pese a las múltiples crisis que afrontó el país en los años ochenta. Mientras el Perú era azotado por la violencia y el miedo, Villa El Salvador apostaba por el desarrollo y la paz. La construcción de su Parque Industrial en medio del conflicto interno, así como su firme postura contra el terrorismo, evidencian su papel como bastión de resistencia civil.
El alto precio pagado por esa valentía como los asesinatos de María Elena Moyano y Rolando Galindo no puede olvidarse. Hoy, Villa El Salvador representa más que un distrito; es un símbolo de lucha, organización y dignidad. Su historia debe ser preservada como ejemplo de que es posible construir un país más justo desde la base social, con esfuerzo colectivo y un firme compromiso con la paz.