¿Y LOS AVIONES?

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La reciente avería del sistema eléctrico en la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez ha puesto en evidencia serias deficiencias en la gestión de emergencia por parte de Corpac. La Fiscalía Especializada de Prevención del Delito del Callao ha indicado que hay «indicios de delito de omisión de funciones», lo que subraya la gravedad de la falta de preparación ante contingencias. Esta situación no solo afectó a miles de pasajeros, sino que también pone en duda la capacidad de las autoridades aeroportuarias para garantizar la seguridad y el funcionamiento eficiente de uno de los principales aeropuertos del país.

Las declaraciones del presidente de Corpac, José Luis Barrios, son alarmantes. Admitir públicamente que no existía un plan de contingencia específico para un problema de cableado subterráneo es inaceptable en el contexto de la gestión aeroportuaria moderna. La falta de previsión y preparación revela una grave negligencia administrativa que debe ser investigada a fondo. La justificación de que el cableado se instaló en 2010 y que es la primera vez que ocurre un problema de esta naturaleza no exime a Corpac de su responsabilidad de tener medidas preventivas y planes de respuesta ante cualquier eventualidad.

Por otro lado, las explicaciones del ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez Reyes, calificando el incidente como un «evento fortuito», no son suficientes para tranquilizar a la opinión pública. Es fundamental que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, junto con Lima Airport Partners, tome medidas concretas para asegurar que la infraestructura aeroportuaria cuente con redundancias y sistemas alternativos que eviten paralizaciones completas de la pista de aterrizaje. La mención de la segunda pista no operativa resalta aún más las falencias en la planificación y gestión aeroportuaria.

En conclusión, el apagón en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez debe ser una llamada de atención urgente para las autoridades peruanas. Es imperativo que se realicen las investigaciones pertinentes y se tomen medidas correctivas inmediatas para garantizar que una situación similar no se repita. La seguridad y eficiencia del principal aeropuerto del país no pueden depender de la suerte, sino de una gestión competente y bien preparada para cualquier eventualidad. Las autoridades deben rendir cuentas y asegurar que se implementen planes de contingencia robustos y efectivos. La situación vivida en el aeropuerto grafica como estamos en el Perú, sin planes, sin previsión, obras inconclusas, alta rotación de cargos de confianza, sin liderazgo, debilitada reputación institucional.

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